A lo largo de la últimas semanas los medios de comunicación han dado buena cuenta de la situación de guerra abierta entre Israel y los grupos terroristas palestinos. Utilizo el término guerra abierta para contraponerlo a la guerra de desgaste que, desde la fundación del Estado de Israel, esta democracia ha sufrido de manera salvaje. No pretendo, con esta entrada en nuestro blog, realizar una reseña histórica. Al contrario, quiero escribir sobre el presente. El presente de los medios de comunicación en España y en Europa y la visión tan pobre y reducida del mundo que constantemente nos ofrecen.
Si algo aporta la carrera de Ciencias Políticas (si te la has tomado en serio) es la posibilidad de ver el telediario y saber que es lo que va a decir cada uno de los actores implicados en temas varios. Al margen de esta broma (nótese la ironía), la idea es la siguiente: se enfrentan dos formas de guerra: la guerra abierta de Israel y la guerra de desgaste planteada por los Palestinos (atentados, suicidas…), la primera solo puede entenderse como respuesta a la segunda. Para los terroristas, el drama reside en que Israel decida actuar con su ejército porque, evidentemente, frente a frente no tiene ninguna posibilidad. Como escudo, los terroristas utilizan a los civiles palestinos, no solo como escudo táctico sino mediático. Esta es, entre otras muchas, una de las claves ofrecidas, sin querer, por nuestros empobrecedores periodistas, medios y opinadores.
Palestina es para la causa “progre” la piedra filosofal. El anillo de la famosa trilogía. Y por tanto, nuestros medios no pueden ni deben (ni son capaces) de ofrecer otra visión que la de la población civil palestina masacrada. Eso es, la otra guerra. La de la manipulación de muertos y heridos por parte de los terroristas. Una manipulación obscena y repugnante pero efectiva. Efectiva porque es la imagen con la que millones de personas en todo el mundo se queda y es la imagen que retroalimenta el odio hacia Israel.
Los palestinos son los árabes con un mayor nivel de vida gracias a que gran parte de su población en activo, que no se dedica a labores agrícolas o ganaderas, se emplea en Israel y cruzan todos los días la frontera para trabajar en el país del odiado enemigo. Esta es una de las realidades que jamás comenta ningún gurú de la información occidental. Si se comentan las horas que debe “sufrir” la población en la frontera, en cada uno de los controles del ejercito israelí. Nadie se pregunta ¿por qué aguantan tantas horas en los pasos? Algún interés tendrán en entrar en Israel, digo yo. Y ese interés en muchos casos es un empleo.
La tesis de fondo y en la que no acabo de entrar o de exponer claramente, es la siguiente: cómo los grandes problemas morales de la izquierda afloran en este tipo de conflictos. Como muchos periodistas son capaces de posicionarse tan claramente en un problema tan complejo y enconado. Como mucho analfabeto funcional, con el pañuelo al cuello, es capaz de sentir tanto odio hacia una de las grandes democracias del mundo como es Israel. Como las mentiras y las visiones tan sesgadas y simplonas tiene tanto éxito entre el personal. Como se abren los micrófonos a personajes siniestros que disculpan los lanzamientos de misiles sobre la población israelí porque, evidentemente, la maquinaria militar de Israel es mucho mayor que los cohetes de fabricación casera de los terroristas. Ante estos comentarios
Tengo un gran amigo que ante este tipo de cosas siempre dice lo mismo sobre el personal: “es masa, es masa, déjalos, les encanta que le digan que tiene que pensar u opinar”. Pues será eso.
2 comentarios:
Recomiendo el reportaje Pallywood.
Eso sí que es propaganda.
También puede servir ver este tipo de videos
http://es.youtube.com/watch?v=hG7K3W_WGDI
Lo que mal empieza...
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