jueves, 5 de febrero de 2009

A cerca de las relaciones Iglesia-Estado

Partamos de una premisa inicial. España es aconfesional, no laica. Este matiz no es baladí, es una diferencia sustancial, aunque algunos la quieran confundir.



La relación entre el Estado y la Iglesia es algo obligatorio, pues así lo recoge nuestra Constitución en su artículo 16.3 al señalar "Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones". No es una concesión gratuita de ningún gobierno, es un imperativo legal.



Por eso me sorprende tanto revuelo que flota en el aire con la excusa de la visita del Cardenal Bertone a España. La idea es un poco, y como siempre, deslegitimar a la Iglesia y principalmente a la Conferencia Episcopal Española (CEE). Resulta que la táctica es no llevarse bien con la CEE pero sí con el Vaticano, ¡como si fuese algo distinto! Parece ser que por la negativa que han tenido "los obispos" a las sucesivas reformas que ha cometido el Gobierno Zapatero.



He escuchado a tertulianos de izquierdas que no se puede consentir que la CEE se manifieste ni haga política. Y me pregunto yo ¿por qué no pueden? ¿no tienen los mismos derechos que el resto? Quieren que las únicas manifestaciones que puedan hacer sean desde el púlpito. Me sorprende negativamente que esa gente no crea en la igualdad, ni en la libertad. No pueden discrepar del aborto, de los matrimonios homosexuales, de la utilización de métodos anticonceptivos, de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, etc. Y si eso no es posible esto es una pantomima de democracia.

La cuestión de fondo es que la Iglesia no se doblega al poder político, no es manejable, ni moldeable como todo lo que pueden tener controlado. En un país donde hay tres funciones (ejecutivo, legislativo y judicial) y un único poder (el partido con mayoría en el parlamento) un ente que se diferencie del resto, que no pueda estar sometido a su control, es algo peligroso para ellos, porque es libre. Conviene destacar que una cosa es la autoridad política y otra la autoridad moral; algunas veces pueden coincidir, pero no siempre.

No hay comentarios: