viernes, 27 de febrero de 2009
El gusto por el Poder
El domingo hay elecciones en Galicia. Y visto lo visto esta campaña electoral creo que era nacesario un artículo como éste, el poder y el hombre, una relación de amor y perversión.
Cuando uno está en la oposición siempre suele criticar los excesos del que gobierna, prometiendo que cuando él gobierne esos lujos se terminarán. Incluso llegan a creerse que eso será una realidad. Creen que sus principios están por encima del bien y del mal, a ellos (se autoconvencen) el poder no les cambiará. ¿Qué puedo decir? ja ja ja, que diría Bermejo. Temo de aquel hombre que asegura que el poder no le cambiará.
Pero al tema. Hemos visto esta semana como el nacionalista gallego Anxo Quintana se paseó en el fabuloso velero de Jacinto Rey para hablar de sus cosas (y de las nuestras). Y no sé si me quedaré en la anécdota, pero que para mí es una metáfora perfecta, del tema de la bandera del barco. Esa grandiosa bandera española no inoportuna lo más mínimo al bueno de Anxo, algo que sí sucede en su despacho, si por su ideología fuese no habría ninguna bandera nacional en todo Galicia. Eso sí, para disfrutar de una buena vida a bordo no importa lo más mínimo.
Y en ese hecho radica el verdadero juego de los nacionalismos. Aprovechar en todo lo que se pueda del régimen político del estado español (todo en minúsculas porque es lo que se merece) para obtener beneficios personales y políticos. Se trata ni más ni menos que de volar el edificio desde dentro.
El poder, el saberte mejor que los demás, hace que se cometan torpezas como engañar a unos ancianos para hacerles creer que se van de viaje a Portugal y meterles en un mitín del BNG. Eso no es lo peor, por si no fuese suficiente el engaño les tiene hora y media con un discursito fideliano. Pero la cosa no acaba ahí, a los ancianos se les cobró 15 euros, así que incluso hasta pueden ganar dinero con el mitín. De coña.
Pero el BNG no tiene la exclusiva. El gasto de Touriño, y del Partido Socialista de Galicia, en coches oficiales es un escándalo. Si uno de los coches del presidente de la Xunta cuesta más que el del Presidente de los EE.UU. es para sospechar de que a alguien le están dando gato por liebre, o bien a Touriño que le inflan la factura, o bien a los gallegos que les toman por tontos. Si a eso se suma el gasto de 2.300 € la silla de funcionario la cosa es muy preocupante.
También el gusto por la reforma de los despachos es un hecho que llama sobremanera la atención ¿por qué esa necesidad por lo zen? ¿por qué hay que cambiar el despacho que usaba un conselleiro o el antiguo gobierno popular? Lo que está claro es que si lo tuviesen que pagar de su bolsillo se lo pensarían mejor y seguramente irían al Ikea a comprarse los muebles que montarían ellos mismos. Pero, como dijo la rockera y ex-ministra de Cultura Carmen Calvo, el dinero público no es de nadie, aquí no pasa nada.
Por eso es necesario un cambio ético y moral en l manera de vivir de nuestra casta política que se toman su servicio a la comunidad como si de altos ejecutivos de empresa se tratasen, y no lo son. Simplemente están ahí para servir a que las vidas de los ciudadanos avancen y mejoren; no para que tengan que contribuir con sus impuestos al lujo con el que les gusta vivir.
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